Dante Liano |
Narrador, crítico literario, profesor universitario. Este prolífico autor de Guatemala fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura (1991) y fue finalista del Premio Herralde de Novela (1987 y 2002). Otro autor obligado al exilio debido a la situación política por la cual pasaba su país (actualmente reside en Milán). A pesar de eso, su pluma no se ha detenido. En el género de la novela negra tiene tres libros en su haber (El hombre de Montserrat, El misterio de San Andrés y El hijo de la casa) que han sido traducidos a varios idiomas. En esta reseña escribo sobre el último de ellos.
Idea General:
En la soñolienta ciudad de Santa Ana, existe una expresión muy curiosa:
"hijo de casa". Se llama así al huérfano abandonado en la calle y que
una familia adopta, sin trámites legales, para hacer el bien y de paso
aprovechar la mano de obra gratuita en las tareas de casa o del campo.
El hijo de casa debe ser fiel y agradecido hasta la eternidad. Y lo son
todos, menos uno, que decide exterminar a su familia adoptiva. ¿Por qué
lo hace? ¿Qué mecanismos secretos están detrás de este gesto absoluto y
estúpido? ¿Por qué los asesinos salvan de la masacre a quien los va a
acusar y hundir? Son todas las preguntas que se hacen los comensales del
café del mercado, en donde se mata el tiempo diseccionando la vida de
los demás. Y son las mismas preguntas que trata de responder el doctor
Alejandro Zamora, médico forense de la ciudad, hombre lúcido y
desencantado, que llegará a desenredar el misterio con una sorpresiva
intuición, revelada en las últimas páginas de la novela. Un grupo de
imbéciles que pagan su idiotez con la horca, otro grupo, el de las
temibles personas "normales" que se ahogan en la banalidad, un anciano
que oculta su falta de inteligencia con una sórdida intransigencia
religiosa, un comisario sarcástico y una niña sagaz, un boxeador
desafortunado y su novia indefensa, forman el cuadro que rodea al doctor
Zamora.
Opinión:
Leer este libro me hizo recordar otra lectura ya reseñada en este blog (A sangre fría de Truman Capote). El motivo es que Dante Liano, al igual que Capote, se obsesionó con un caso real. Un asesinato múltiple en su país (Guatemala) que se conoció como "El Crimen de la Avenida 12" o "El crimen del Torreón" (nombre de la abarrotería propiedad de la Familia Hidalgo). Un "hijo de casa" llamado Francisco (Panchito) Obando y varios cómplices asesinaron a casi toda su familia adoptiva el 31 de octubre de 1951. La única sobreviviente fue la hija más pequeña de la familia Hidalgo, quien pudo identificar a los responsables. Las declaraciones del asesino confeso ocuparon las primeras planas por años, evidenciándose una gran habilidad en el arte de la manipulación de los medios, de la sociedad y de los miedos de la población. Al final, los asesinos fueron sentenciados a muerte, con lo que la similitud con "A Sangre Fría" se completa (con la excepción que en este caso la muerte fue por pelotón de fusilamiento).
En una entrevista el autor dijo, recordando paseos dominicales con su padre en su infancia: “pasábamos frente a una casa abandonada, enorme, que ocupaba toda una
manzana, con su techo a dos aguas, sus paredes de madera, estilo suizo;
el jardín salvaje, en torno a algunos pinos, abrumada por la tristeza de
lo que habrá sido un viejo esplendor. Entonces, yo me imaginaba que
allí había ocurrido el crimen de Panchito Obando, el hijo de casa que
había exterminado a su familia”.
La obra difiere de "A Sangre Fría" en algunos aspectos. A pesar de basarse en hechos verídicos, investigados por el autor con el rigor de cualquier arqueólogo que excava en las arenas del pasado, es una narración modificada. Se agregan personajes para enfocar mejor la historia (el boxeador Erwin Rosario o el doctor Zamora), pero eso no afecta el realismo de los sucesos acaecidos.
El doctor Zamora sirve de enlace para unir los datos del crimen, la percepción de la población y sus propias conclusiones. No es un personaje del cual se van a enamorar, pero si uno interesante, esculpido de la arcilla de la novela negra. A pesar de sus desencantos y problemas, logra sobreponerse, averiguar la verdad y hacer justicia a su manera (un punto para el autor. Lo consiguió de una forma casi poética).
Los personajes secundarios (el boxeador, el comisario del pueblo, la amante del doctor) son andamios para ayudar a crecer la historia. No destacan demasiado, pero son necesarios.
Los escenarios (en particular los descritos durante los asesinatos) están muy bien desarrollados. Se sentirán trasladados a la Guatemala de mediados del siglo XX. A sus calles, restaurantes y diario vivir. Todos sirven de escenario para los crímenes del Torreón.
Conclusión:
Un digno ejemplar de la novela negra centroamericana. Para aquellos que disfrutan de los relatos de crímenes verdaderos (a lo Capote) o simplemente buscan algo diferente, un libro para no pasar por alto. Recomendado.