El festival Córdoba Mata me dio la oportunidad de visitar la hermosa Argentina. Una de las cosas que más llamó mi atención cuando caminaba por las calles de Córdoba era la cantidad de librerías. Me sentía, como diría Borges, en el Paraíso. Eso me dio la oportunidad de conseguir muchos libros que no encuentro en mi querida Panamá. Uno de los que buscaba era "Noche sin lunas ni soles" de un escritor argentino llamado Rubén Tizziani.
No conocía a este autor, pero las redes sociales y el internet nos abrieron las puertas del mundo. Gracias a facebook conocí "El Dulce Veneno de la Novela Negra". Si les gusta el género y la música (jazz, tango y otras hierbas), deben visitar esta página y escuchar sus programas guiados por la voz de su creador: Gabriel Wainstein. Uno de los episodios estaba dedicado en parte a este ícono de la novela negra argentina. El programa llegó cuando organizaba mi viaje a Córdoba, así que lo vi como una señal. Tenía que leerlo.
No fue fácil. Es un libro viejo que, por suerte, alguien decidió que debía ser sacado del olvido. Lo están publicando, junto con otras joyas del género escritas por autores de América Latina y España, en la Colección Código Negro. Después de recorrer unas diez librerías la encontré y pude disfrutar de sus páginas y de la historia de Cairo.
Rubén Tizziani |
El autor es periodista y guionista de profesión. Nació en Vera, Argentina y su pluma dio vida a siete libros, dos de los cuales fueron llevados al cine (El desquite y Noche sin lunas ni soles). A continuación les cuento de que se trata "Noche sin lunas ni soles".
Idea General:
Cairo deambula por la ciudad con un revólver en la cintura y vigila los cuatro costados mientras busca la oportunidad para huir del país. Sus ex cómplices lo persiguen y el comisario Maidana rastrilla Buenos Aires. A todos los une el mismo motivo: 60 millones de pesos ocultos en algún lugar.
Los malandras lo habían rescatado del juzgado con la intención de traicionarlo, pero el hombre se les escapó sin decirles dónde guarda el botín. Y Maidana tiene un viejo entripado: empezó en un tiroteo, del que Cairo zafó y lo dejó pagando a él y otros milicos. Y cuando el policía tuvo su segunda oportunidad, se lo sacaron de las manos sin que consiguiera hacerle escupir donde tenía escondida la guita.
Mientras tanto, un antiguo compañero de andanzas del prófugo -que es su mejor amigo- agoniza en Paraguay y lo está esperando. No es buen momento para enamorarse de esa ex prostituta que lo acompaña en la fuga. Una rubia de caderas anchas dispuesta a seguirlo hasta el fin del mundo.
Opinión:
Es un libro a la usanza de la novela negra americana de Chandler y Hammett, pero sazonado a lo argentino. El personaje principal no es el policia. A diferencia de las historias victorianas de Christie y Doyle, las fuerzas del orden distan mucho de ser nobles o abnegadas en su labor de atrapar al criminal. Son pintadas con un pincel grueso y en colores rojos y negros. Son violentas, agresivas, propensas a la tortura o a traicionar en su afán de atrapar a los culpables. Una visión más realista del mundo, disecado con un bisturí latinoamericano.
El personaje principal es Cairo. Un ladrón de carrera, que ha estado preso y conoce en carne propia los castigos por delinquir de ser atrapado. A pesar de esto, tiene su código de honor el cual lo guía en sus decisiones y lo lleva a la situación con la que inicia el libro.
Su mejor amigo Natale, quien lo ayudó en el último robo, fallece en Paraguay. Cairo está a meses de salir de la cárcel, pero saber que su compañero muere lo impulsa a tomar la decisión de escapar. Con la ayuda de antiguos cómplices (Páez, Domínguez y el Gato Félix) logra escapar, pero desde el principio se ve que la situación no pinta bien. Sus libertadores esperan que les pague y para eso debe llevarlos al botín de ese último robo que nunca fue recuperado. Sesenta millones de pesos (4 millones de dólares americanos). En las páginas se puede sentir la tensión y esa duda que carcome sobre sus intenciones. ¿Se conformarán con la paga o quieren quedarse con todo? Honor entre ladrones no se aplica a todos en la profesión.
Esa escena es el primer capítulo, marcando el paso para el resto del libro. Cairo, quien prefiere no confiar en sus antiguos compañeros, logra burlarlos una noche y escapar con la ayuda de una prostituta que estaba con el líder del grupo.
Para el capítulo 5 (la tercera parte del libro), Cairo y Ana deben moverse por la ciudad tratando de conseguir lo necesario para poder irse a Paraguay, mientras los persiguen sus antiguos socios y la policía, empujados por el Comisario Maidana. Un antiguo rival en la justicia que le tiene ganas a Cairo. No solo por haberlo burlado en dos ocasiones. Es una afrenta personal. El ladrón que no se quebró bajo su mando y escapó.
Con esas tres piezas, el juego literario se va armando. Páez conoce el mundo de Cairo y Maidana tiene a cientos de policías a su mano. Ambos cerrándose sobre la pareja, compitiendo la mayor parte del tiempo y a veces ayudándose, cada uno siguiendo sus propios propósitos. En el camino conoceremos a la familia de Natale y a Salgado, el falsificador y viejo amigo de Cairo.
El personaje de Cairo es serio y desconfiado, pero humano bajo sus propias reglas. Algo de su interior se revela cuando ve a la familia de Natale, cuando conversa con el falsificador o en sus conversaciones con Ana, de quien se va enamorando a pesar de saber que no es buena idea (como se lo hizo saber el
viejo Salgado). En eso y en el final me recordó la película Heat (Fuego contra fuego) con Robert De Niro y Al Pacino. Es imposible no ver las similitudes entre las historias (incluso en la ambientación. Una termina con una estación de trenes de fondo, la otra con un aeropuerto. Símbolos de la libertad al alcance de la mano).
Es por eso, creo, que el final me lo veía venir. Más cuando llega el punto donde Maidana sabe donde está Cairo, él se prepara para recoger el botín y escapar, seguida por una Ana que no está dispuesta a dejarlo a pesar del peligro y uno siente que solo faltan 4 ó 5 páginas para terminar. Esa es mi única queja con el libro. Sentí el final demasiado brusco. Como si después de trabajar tanto con los personajes, el autor decidiera acelerar el proceso porque ya estaba tan agotado como sus creaciones. No les quiero dañar el final, así que dejo eso así. ¿Escapará Cairo con Ana y serán felices por siempre o caera el viejo criminal bajo la mano justiciera de Maidana o vengativa de los secuaces que traicionó?
Busquen su copia de "Noche sin lunas ni soles" y lo sabrán.
Conclusión:
Un libro que debe formar parte de su colección personal si les gusta el género tanto como a mi. Un clásico de una escuela menos conocida, tal vez porque tenemos la tendencia a seguir los best-sellers que nos venden. Los hay buenos, no lo niego, pero también los hay faltos de sustancia. Noches sin lunas ni soles es de los que están cargados de “el material con que se fabrican los sueños”, como diría Spade en el Halcón Maltés (la película con Bogart. No el libro. Esa frase no aparece en el libro y es originaria de Shakespeare, pero eso es para otro momento).
Datos curiosos:
El libro fue llevado al cine argentino, bajo la dirección de José Martínez Suárez (presidente del Festival Internacional del Cine de Mar del Plata) con Alberto de Mendoza como Cairo, Luisina Brando como Ana y la fenomenal actuación de Lautaro Murúa como Maidana. Pueden verla en you tube en la siguiente dirección:
Yo prefiero el libro a la película, pero esa es mi opinión.
El título del libro se basa en una poesía del novelista y poeta francés Jean Genet, titulada "El condenado a muerte". En una parte dice:
Solicito a la
muerte la paz, los largos sueños,
Un canto de
querubes, sus perfumes y cintas,
Angelotes de
lana en tibias hopalandas,
Y aguardo
oscuras noches sin lunas ni soles
Sobre landas
inmóviles.
Una frase del libro se quedó conmigo y la agrego a continuación. Un pensamiento de Páez cuando trata de localizar a Cairo por medio de los contactos de Ana. Se topa con un camarero gallego y hace todo lo necesario para que el susodicho le suelte información de la prostituta. Saca un billete grande y lo deja a la vista para que él lo vea mientras le hace la pregunta de rigor. El camarero ni cuenta se da y le suelta todo lo que sabe sin captar la indirecta. Un tributo a la novela negra americana, vista por los ojos de un hispano hablante.
Pobre Chandler si a Marlowe se le hubiera cruzado
un gallego preguntándole si no tenía más chico.