Las artes siempre han
formado parte de la vida de Sardou. Hijo
de un famoso cantante, proviene de una larga línea de artistas de todos los
campos y géneros. Con este pasado, no es
de extrañar que siguiera la tradición familiar.
Inició con un amor por la ópera, lo que
lo llevó (al tener la edad) a intentar escribir obras de teatro. Sin conseguir el éxito que buscaba, se mudó a
Estados Unidos y pasó dos años escribiendo guiones para niños. Luego regresó al país que lo vio nacer
(Francia), se casó y escribió su primer libro.
Éxito.
A la fecha, autor de
más de doce obras traducidas a varios idiomas.
Sin embargo, en esta reseña me enfoco en el libro que empezó todo. La Herejía (traducción algo antojadiza, pues
el nombre original en francés es Pardonnez
nos offenses. Algo así como “Perdona
nuestras culpas”).
Idea básica:
Invierno de 1284. Los
habitantes de Draguan, una pequeña población del condado de Toulouse, viven
aterrorizados desde que el río arrastró hasta ellos unos cuerpos
descuartizados. El obispo Haquin envía a unos hombres aguas arriba para
investigar el crimen y estos vuelven con una extraña noticia: en mitad de unos
nauseabundos pantanos han descubierto un pueblo en ruinas, Harteloup. Nadie sabe qué les ocurrió a sus habitantes.
El descubrimiento despierta el interés de Roma hasta que un nuevo asesinato,
esta vez sacrílego, reclama su atención: ahora es el obispo Haquin el que
aparece muerto en extrañas circunstancias. Dos investigaciones han quedado abiertas: la
del monje Chuquet, a la caza del asesino del obispo, y la del cura Henno Gui,
sobre las circunstancias que convirtieron Harteloup en un pueblo maldito. Ambas
son dos cabos de un mismo ovillo que acabarán desvelando una serie de
tenebrosas maquinaciones en el seno de altas esferas eclesiales.
Opinión:
Leí este libro hace
algún tiempo, pero no podía dejarlo por fuera de mis reseñas. Reúne algunos de mis tópicos favoritos. Misterio (rayando en lo macabro), suspenso,
historia medieval y un desenlace inesperado (en la mejor tradición de la novela
negra). Una mezcla de “El nombre de la
Rosa” y “Los Ríos de Color Púrpura” (en cuanto a ritmo y manejo de los
personajes). Una excelente combinación
que no pueden pasar por alto.
El principio es muy
bueno y sienta el escenario para que sigan leyendo. Aquí pierde las cinco estrellas, pues se
torna algo lento después. Acepto que es
un mal necesario en este tipo de historias, pues hay muchas explicaciones que
dar y eso puede llevar a una pérdida de la musicalidad de la trama. El autor lo sobrellevó bien, pero un lector
poco motivado podría llegar a este punto y perderse. Eso genera por lo habitual que lo abandone,
lo cual es una gran pérdida en este
caso.
Los personajes están
bien desarrollados, pero se resumen en dos.
Haquin y Hennno Gui (mi favorito).
Sus historias, aunque separadas en un principio, los llevaran por
senderos insospechados que se estrellarán en un desenlace lleno de sangre y
destrucción. Desde ya les advierto que no lo vendrán venir y eso
SIEMPRE es un detalle a esperar en una novela de intriga. Los elementos (las piezas) no están fuera de
tono y encajan a la perfección. Nada que reprochar en ese plano.
Conclusión:
Si les gustan los
libros de temática medieval con un elemento central de misterio (El Nombre de
la Rosa es mención obligada, pero puedo mencionar muchos otros. A mi mente siempre viene El Gallo Negro… que
ahora recuerdo no he reseñado. Un libro
más para mencionar en el futuro), no pueden dejar de leer “La Herejía”. Si sienten que una parte se torna algo lento,
no se detengan. Es como el dolor después
de golpearse el dedito pequeño contra una mesa.
Pasará.
El premio (el
desenlace) lo vale
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